CRÍTICA
Rockstar lo ha logrado otra vez, sorprendernos con una franquicia olvidada, renovarla hasta el punto de no parecer ella misma, y convertirla en algo grande. Aunque a veces, menos es más.
En Red Dead Redemption encanamos a John Marston, ex-bandido que busca redención y venganza a partes iguales, con un estilo arquetípico digno de ser encarnado por el mismísimo Clint Eastwood.
John Marston, el tío más duro del Salvaje Oeste
El juego es un "sandbox", un mundo abierto en el que hacemos lo que queremos cuando queremos, desde seguir las misiones de la propia historia, a cumplir encargos de los lugareños, salvar diligencias (o ayudar a los bandidos), hasta cazar todo tipo de fauna local o domar caballos salvajes. Y es que este es el punto fuerte del juego, tan pronto nos encontramos a tiro limpio con toda una banda de salteadores, como recogiendo flores o despellejando lobos o pumas (si no nos despellejan ellos antes).
Ven John, que tienes una mosca en la espalda
El juego está plagado de cosas que hacer, y esto nos permite galopar durante horas por los desiertos de la frontera con Méjico sin aburrirnos ni un instante.
La historia es, como casi todo en el juego, típica, y es lo que se pretende. Red Dead Redemption nos pone en la piel de un duro cowboy, de esos que tantas veces hemos visto en las películas clásicas, narrada con tono cinematográfico (en perfecto inglés con subtítulos, un lástima), y nos da la oportunidad de elegir cómo se desarrollará el mundo que nos rodea, podremos ayudar a los indefensos, o ser nosotros quien les haga la vida imposible, robando bancos, enfrentándonos a la ley y sus agentes...
John haciendo de bueno, hoy tocaba
Y es que es tan grande y con tanto que hacer, que podremos jugarnos los cuartos al Poker, en combates de pulsos, al Black Jack, y a muchos otros minijuegos que amplían aun más la experiencia de juego y la sensación de que hay más gente haciendo algo en este mundo, que no solo hay gente que nos dispara al vernos porque son más malos que la tiña, que también hay gente normal que pasa su tiempo en tabernas o ranchos, trabajando y divirtiéndose. En este sentido la producción no tiene pega alguna, al igual que en la acción, siendo trepidante y llena de momentos épicos como en los viejos films de Charles Bronson. Genial a falta de una palabra mejor.
John en un día de trabajo cualquiera
Gráficamente responde con solvencia, mostrando escenarios enormes a nuestro alrededor (aunque siendo un desierto con cuatro rocas y dos cactus tampoco es para tirar cohetes) y con unas animaciones correctas. El modelado de los personajes (aunque su diseño es genial) solo es bueno a veces, y es curioso porque los principales están recreados con detalle (aunque podrían estar mejor), pero los secundarios son sosos y repetitivos hasta la saciedad, dando la sensación de matar treinta veces al mismo tipo; sí, es algo que es normal en juegos de acción, pero en este se acentúa de una forma extraña, haciéndose demasiado evidente. También hay momentos en los que echamos en falta una mayor resolución de texturas o más detalle en objetos y plantas, pero no es algo que moleste.
La barba estaba de moda
Un gran acierto es el hecho de disimular los tiempos de carga sin detener la acción, podemos pasearnos de una punta a otra del mapa sin que se tengan que cargar las diferentes zonas (al igual que hicieron con GTA IV), pero al comienzo de las misiones si que hay momento de carga, cortos eso sí.
Queda claro que el juego ha sido pensado para dar libertad y no aburrir durante una gran cantidad de horas. Pero es por ello que, en ocasiones, el juego peca de poco pulido y descuidado en muchos aspectos. La jugabilidad es buena, casi siempre, y es que en momentos puntuales (aunque más numerosos de lo que nos gustaría) el personaje, o su caballo, se atascan en puertas o piedras, los controles no reaccionan con precisión ni rapidez, o el personaje hace sencillamente lo que le place. En la mayoría de los casos no nos importa demasiado, tardar un segundo más o haya que dar un rodeo, no son cosas que nos preocupen, pero en medio de un tiroteo, con un decena de enemigos frente a nosotros, el hecho de que al bueno de John le de por no cubrirse, o por correr como un pollo sin cabeza, si que nos puede costar la muerte y el reinicio de la misión. Si a esto sumamos una cantidad de "bugs" (errores de programación y testeo) desproporcionada y molesta, nos encontraremos con un juego que podría haber sido más cuidado en esos detalles, restándole un punto de genialidad, esa que pudo tener y no tuvo.
¡Ven pa'cá caballito, no te hagas de rogar!
En definitiva, Red Dead Redemption es un juego enorme en el que nunca nos faltará algo que hacer y que nos tendrá pegados al mando durante horas y horas, pero que por culpa de fallos incomprensibles y que no han sido solucionados con el tiempo, nos sentiremos en ocasiones frustrados, y en otras enfadados, porque nuestro protagonista muere sin que nosotros podamos evitarlo por mucho que aporreemos los botones, o que nos vemos obligados a reinicia una misión porque a tres de los malos de turno no les da la gana de salir del escondite y no nos permiten finalizar la misión. Aun con todo el juego no decepcionará a quien le guste la acción o las aventuras abiertas.
CRITICÓMETRO 7
TRAILER RED DEAD REDEMPTION
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